… Pág. 131

Rosa apartó la mirada de la pantalla turbada, sobrecogida.
Respiró hondo, “Don, quien quiera que seas, dime lo que me está pasando, a mi edad no estoy para muchas tonterías” musitó para sí misma.

Sabía que tenía que escribirle, seguro que a estas horas, las 6:45, ya estaba atacado, pero es que no sabía qué decirle, estaba dividida entre contestar de una manera puramente racional o dejar traslucir lo que la historia le había hecho sentir. A los pocos minutos se decidió por esto último a pesar de los riesgos que intuía podía correr al mostrar una cara de sí misma de la que únicamente su padre había sido testigo y no por nada, sino porque realmente a nadie le había interesado y por eso, se había acostumbrado a guardarla de miradas ajenas.

PUCK: Lo he terminado, lo he leído entero. Esto no es un borrador de relato, ni siquiera es un relato, es una novela con todas las de la ley. Pásalo de Borrador a la pestaña de Proyectos Terminados, no podría decirte que cambiaras ni una sola coma. Tienes un talento natural, eso es innegable. Voy a ir recogiendo por aquí, si no te leo más hoy, por favor, hazme caso, cámbialo de pestaña.

Dio al Enter y se volvió a su sitio. Se sentía muy rara. Sabía que algo de su ser más íntimo se había colado por las líneas del post y también era consciente de que su despedida había sido un poco abrupta.

DON VITO: Gracias Puck, te he mandado un email.

El Taller ofrecía la posibilidad de contactar de manera privada con los inscritos en él pinchando en el enlace de Contactar por email que había en las fichas de perfil de los participantes. Aparecía un cuadro de texto que se rellenaba y al dar enviar se entregaba en una dirección del Taller desde la cual se reenviaba al destinatario final.

Hola amiga Puck, porque a pesar de que has elegido un nick masculino eres mujer ¿verdad? No me sentía capaz de contestarte en el Foro porque has conseguido que se desate una tormenta dentro de mí.

Llevo siguiendo tus intervenciones en el Foro desde hace meses y ver tu seriedad y al mismo tiempo tu calidez al comentar los borradores y los proyectos terminados me decidieron a participar y aunque al principio no tenía muy claro si colgaría mi borrador sí sabía que quería hablar contigo, saber un poco más de ti.

Me he quedado de piedra cuando me has dicho que lo habías leído entero. No es que dudara de tu sinceridad esta mañana, cuando me decías que te había enganchado, pero que lo haya hecho hasta el punto de que te lo terminaras hoy mismo, sinceramente no lo hubiera imaginado ni en el más optimista de mis sueños.

Me gustaría leer lo que escribes porque a mí no me engañas, tú escribes, pero por alguna razón que desconozco estás acostumbrada a darte muy poca importancia. Creo que voy a hacerte caso, esta noche le daré una última vuelta a mi ¿novela?, no me atrevo a llamarla así todavía, y mañana por la mañana la colgaré en Proyectos Terminados y a ver qué pasa, estoy seguro de que teniéndote a ti como madrina no me puede ir mal.

Una vez más Puck, gracias. Don

No lo leyó hasta que volvió a casa y se conectó a Internet antes de repasar el proyecto que al final no había presentado a su jefe puesto que se había pasado todo el día fuera. Gotitas de sudor le recorrían la cara desde las sienes a la mandíbula.

Abrió su portátil y echó un vistazo por encima al texto. La verdad es que realmente no necesitaba ningún retoque y ahora mismo quería dejar su mente en blanco para que Don la invadiera, la penetrara hasta lo más recóndito.

Se puso el camisón de color crema de todas las noches, sin adornos ni lazos, y lentamente se fue metiendo en la cama. No había tenido que darle explicaciones a Ana porque los miércoles por la tarde se reunía con un grupo de amigas de un club de cocina y como la reunión acababa en cena no volvía hasta casi medianoche.

Cerró los ojos y empezó a contestar a Don en su mente.

©Mara Funes Rivas – Agosto 2021