No me ha gustado el médico. Es muy serio y le ha dicho a mamá que tengo una enfermedad con un nombre muy raro, empieza por “d” y suena como “abetos“.
Mamá se ha puesto muy rara y le ha preguntado si estaba seguro. Él le ha dicho que me tienen que hacer análisis para confirmarlo, pero que está casi seguro.
Yo le dije a mamá que no me importaba que me hicieran análisis, que sé que es cuando te meten una aguja y te sacan sangre. Mamá me ha abrazado y el médico le ha dicho “¿Lo vé? La niña no le tiene miedo a las agujas.”
Y yo que no, que no me dan miedo, que soy tan valiente como un niño y a veces más. Le iba a contar la vez en que Jorge y yo nos caímos en un arbusto lleno de pinchos y que Jorge no paraba de llorar y yo me aguanté aunque me dolía mucho, pero el médico no me hacía caso.
Mamá me acarició la cabeza.
Al salir del médico le dije a mamá que tenía hambre. No me contestó. Se lo volví a decir. Me dijo que esperara a que llegáramos a casa.
No sé porqué tengo tanta hambre pero me da igual, a ver si me vuelve a valer la ropa del cole para que no tengan que sacarla ni meterla.
Por la calle, mamá me cogió de la mano y me la apretó mucho. A mí me hacía daño porque lleva un anillo muy grande y me lo clavaba. Pero no me quejé porque sé que lo hacía porque me quiere mucho y soy muy valiente, más que los chicos
© Mara Funes Rivas – Julio 2020